Si no puedes con el enemigo…
El pasado 26 de agosto Diario de Mallorca informaba sobre las conclusiones de un estudio realizado por matronas de Manises, Valencia, sobre más de 4.000 partos que desmonta la arraigada creencia en la influencia de la luna en los partos. Y ese no es más que una de los muchos poderes que la humanidad ha atribuido a nuestro luminoso satélite.
Las teorías sobre las causas de los fenómenos corporales son y han sido numerosísimas y resultan inmunes a las demostraciones y desmentidos de la ciencia.
El pasado mes de agosto, Lucrecia Hernández, la flamante ministra de Salud de Guatemala, uno de los países con mayores problemas sanitarios de Latinoamérica, anunció que los centros de salud comenzarán a atender “enfermedades ancestrales propias de la cultura maya”. La lista de patologías incluye el mal de ojo, la pérdida del alma, y los antojos.
No se trata de un chiste, ni la ministra de salud es una ignorante. Hernández es médica y cirujana, sanitarista y especialista en interculturalidad.
La explicación es que ante el arraigo y la fuerza de los mitos entre una población con altísimos niveles de mortandad infantil y patologías diversas, esta estrategia sanitaria apunta a atraer a los centros de salud a importantes sectores de la población de origen indígena, que en Guatemala son mayoría, y aliarse con las creencias irracionales en lugar de aislarse de la población mientras se espera que mejore la educación.
Sin ir tan lejos, la investigación que publicó Diario de Mallorca que mencioné anteriormente, demuestra que también en esta parte del mundo mitos como los poderes de la luna sobre los partos, el humor o el sueño siguen vigentes y probablemente nunca se erradiquen.
En un estudio apasionante sobre el origen de la especie humana titulado “Sapiens”, publicado el año pasado, el historiador Yuval Harari explica que el punto de inflexión en que nos despegamos de nuestros primos, los monos, fue la revolución cognitiva por la que el Homo Sapiens, adquirió la capacidad de hablar y… creer en ficciones!
“Esta capacidad de hablar sobre ficciones es la característica más singular del lenguaje de los sapiens. Es relativamente fácil ponerse de acuerdo en que solo Homo Sapiens puede hablar sobre cosas que no existen realmente, y creerse seis cosas imposibles antes del desayuno. En cambio, nunca convenceremos a un mono para que nos dé un plátano con la promesa de que después de morir tendrá un sitio en el paraíso”, dice Harari en su libro.
El diagnóstico psicológico de muchos cuadros de ansiedad y angustia también revela patrones de comportamiento y toma de decisiones basadas en ficciones autoalimentadas. Ciertos estados de enamoramiento obsesivo obedecen a una idea ilusoria idealizante que no es más que ficción.
La ludopatía se sostiene en la creencia de que, contra toda la lógica de las probabilidades, se ganará.
También el fanatismo por el que miles matan y mueren se alimenta de creer en ficciones.
Para la psicología clínica diferenciar el delirio de la creencia en ficciones es un campo espinoso que muchas veces se basa en el carácter colectivo de las creencias o individual en el delirio. Pero muchas veces las fronteras son borrosas. De ahí que la decisión de la doctora Hernández sea aliarse con el pensamiento mágico, en vez de luchar contra él.
Con toda seguridad, estadistas, políticos, asesores de imagen y expertos en marketing optan frecuentemente por este tipo de resignada alianza.
El chino Sun Tzu hace más de 1000 años escribió “El arte de la Guerra” considerado el mejor tratado sobre estrategia en el que se inspiraron Napoleón, Maquiavelo, Mao Tse Tung y muchos más. Una de sus máximas es “Si no puedes con el enemigo, únete a él”.