La otra mejilla
La pasada semana “la isla de la calma” se vio alterada por un episodio violento. Me refiero al asalto que sufrieron 2 ancianos que acabó con la muerte de uno de los ladrones a manos del asaltado que pudo dispararle con una escopeta.
El anciano, que sigue ingresado por la brutal paliza que recibió, fue notificado de estar encausado por haber disparado.
El pasado sábado Matías Vallés expuso con su infatigable ironía lo que denominó “Manual del perfecto atracado”. El mensaje viene a decir cuando se recibe una bofetada en una mejilla no basta con poner la otra, sino que, además hay que hacerlo con gratitud y agasajos al que pega. Es para no perdérselo!
El tema de fondo es la condena a cualquier conducta agresiva con independencia de las razones de la misma.
De hecho la Real Academia Española a incorporado el término “buenismo” así como su definición por ser actitud de quien, ante los conflictos, rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con extrema tolerancia. Obviamente el uso tiene un sentido despectivo.
Independientemente de los aspectos éticos, jurídicos e ideológicos, para la psicología, el manejo de la agresividad así como otros impulsos primarios de la naturaleza humana es de gran importancia. A partir de las investigaciones de Freud, el bloqueo o represión de los impulsos pasó a ser considerado uno de los factores responsables de los trastornos neuróticos, la angustia y la ansiedad.
De hecho, gran parte de la cura del sufrimiento y los síntomas psicológicos se basa en procurar una mejor gestión de los impulsos reprimidos. Una de las espinas que los psicólogos tratamos de quitar es el sentimiento de culpa, autocensura y auto-reproche que, con mucha frecuencia, adquiere un carácter obsesivo.
Las consecuencias del bloqueo de la agresividad pueden manifestarse en cualquier etapa de la vida.
Los maestros de parvulario reportan con frecuencia que la presencia en un grupo de pequeños de un niño que muestra cierta indefensión genera un aumento de la agresividad del resto, que va invadiendo progresivamente su espacio vital y sus derechos. Muy rápidamente el grupo de niños detecta que empujar, pegar o quitar cosas al indefenso no tiene consecuencias y eso a su vez aumenta esas conductas.
Otro ejemplo lo constituye el deporte. Los entrenadores y críticos de fútbol saben que un jugador no solo debe ser técnicamente capaz sino tener iniciativa y agresividad prácticamente hasta el límite de lo que las normas lo permiten.
Incluso desde la perspectiva de la etología, que es la rama de la biología que estudia el comportamiento animal, el marcaje del territorio en las especies solitarias como la mayoría de los felinos, así como el mantenimiento de jerarquías en los animales gregarios como los lobos requiere de comportamientos agresivos.
Prueba del complejo y conflictivo límite que representa el derecho y el ejercicio de la violencia en la sociedad actual lo refleja la Palma de Oro que recibió el film sueco “The Square” dirigido por Ruben Östlund. Se trata de una sátira que explota mediante el humor negro y el absurdo la encrucijada en que se encuentra la sociedad sueca caracterizada por una filosofía de tolerancia que está llegando a límites insostenibles.
Prueba de que el derecho a la defensa y la venganza ha estado siempre presente en la historia es la frase de Séneca,
… “Aquel que puede soportar con firmeza las granes ofensas, puede también vengarlas”…
Tampoco la legitimidad del manejo agresivo ha sido una preocupación de los pensadores, como muestra esta frase de Aristóteles,
… “Cualquiera puede ponerse agresivo, es muy fácil. Pero ponerse agresivo con la persona adecuada, con la intensidad adecuada, en el momento adecuado, con el propósito adecuado y de la forma adecuada, eso no es fácil”…