Psicólogo en Mallorca

La doma de los instintos

Aunque todas las épocas y acontecimientos de la historia de la humanidad son únicos, algunos lo son más que otros.

El aislamiento impuesto por la pandemia está poniendo a prueba de forma extrema la capacidad de cada individuo de sortear la imposibilidad de resolver necesidades tan primarias como la descarga motriz de una simple caminata o el satisfacer los instintos gregarios con un apretón de manos o un abrazo por decir poco.

Una característica sorprendente de los instintos de nuestra especie es justamente su maleabilidad.

Entre los años 1831 y 1836 Charles Darwin realizó con el barco HMS Beagle un viaje alrededor del mundo haciendo observaciones y elaboraciones que dejó reflejadas en su libro Diario e investigaciones, publicado en 1939. En esas observaciones estaban las bases de su teoría sobre la evolución y la selección natural que constituye una de las mayores revoluciones  en la comprensión de la naturaleza.

Al tocar tierra en la Patagonia Darwin observó un fenómeno extraordinario. Los pastores se valían para el manejo y cuidado de los rebaños de ovejas, de perros que son por naturaleza predadores carnívoros. De hecho, es frecuente que los medios publiquen denuncias de payeses a los que algún perro cumpliendo con sus patrones instintivos, ha matado parte de su rebaño. Darwin observó que los pastores lograban no sólo que sus perros no atacaran las ovejas sino que las cuidaran y defendieran frente a otros predadores de la zona como los pumas.

La explicación del misterio la encontró en que por medio de la crianza los pastores reorientaban el instinto gregario de los perros, que son animales sociales cuyos patrones de comportamiento incluyen liderar y proteger a los de su manada y comerse presas como las ovejas para aun siguiendo a su instinto hicieran lo contrario. En seres humanos, ese proceso de moldear transformar y sustituir los objetivos de los instintos se denomina sublimación.

El término se utiliza en química para el paso de una substancia del estado sólido al estado gaseoso, sin pasar por el líquido.

En psicología sublimación identifica la transformación de impulsos instintivos en actos más aceptados desde el punto de vista de la moral social o de las posibilidades de la realidad externa. Esa especial capacidad para transformar los impulsos es la condición determinante en nuestra transformación en seres civilizados.

Basta observar la infinita variedad de formas y objetivos que toman las pasiones humanas para ver la acción de la sublimación.

La fuerza irresistible con la que las compulsiones llevan a algunas personas a comer sin freno, como en la bulimia, a arruinarse en el juego como en la ludopatía, al micro suicidio del hábito de fumar o beber, no aparece de la nada sino que se debe a formas patológicas de la sublimación.

La salud mental requiere del encauzamiento positivo de los instintos básicos, es decir, con una sublimación exitosa.

También la pasión de grandes artistas y virtuosos que se vuelcan por completo a la creación se alimenta de la sublimación de los instintos.

El complejo proceso del desarrollo del niño que permite que de las formas primarias del amor se destilen el amor tierno y el amor erótico depende de la sublimación.

Incluso en el origen de la aberración de la pederastia se encuentra en muchos casos un fracaso en la sublimación.

En estos días de confinamiento, en que el equilibrio de los sistemas de satisfacción de cada cual está sometido a una brusca privación, la mejor o peor adaptación a estas circunstancias depende de la capacidad de sublimación.

Desde esa perspectiva, las múltiples formas de la socialización virtual que permite la tecnología de internet, representan una oportunidad sublimatoria nada desdeñable.

Pese a que como especie tenemos esa plasticidad instintiva privilegiada los psicólogos contemplamos que la plasticidad de los instintos no es infinita.

Debemos estar dispuestos a perdonarnos que en algunos momentos la inmaterialidad de las imágenes y de los chats de la pantalla del ordenador no basten para impedir para que nos falte el calor de un abrazo.

La sublimación tiene un límite!

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