Psicólogo en Mallorca

La cercana Edad Media: Brebajes y hechiceros

El divorcio entre el avance espectacular de la ciencia y la tecnología y la racionalidad del pensamiento de la mayor parte de la población es un hecho del que hay múltiples evidencias. Una y otra vez resurgen mitos y creencias que se generaron y prevalecieron muchos siglos atrás así como otros nuevos impulsados por la intolerancia a la complejidad de la realidad y la maquinaria del dinero contra la que no hay cortafuegos.

Así como durante varias décadas millones creían en la presencia de inteligentes seres extraterrestres que nos visitaban con sus ovnis último modelo (puede que muchos aún lo crean), el cuidado de la salud física y mental está infiltrado de irracionalidad. Una de las tendencias más perjudiciales y actuales de esta proliferación de mitos es la llamada “medicalización de la vida diaria”. De hecho en el número junio de la revista del Consejo General de la Psicología de España hay un artículo sobre el tema que tiene precisamente ese título.

Es sabido que el marketing tiene un doble recurso para dirigir el comportamiento del consumidor. Uno es ofrecer productos que cubran sus necesidades y el otro es crearlas. La industria farmacéutica no tiene por qué ser una excepción ya que su razón de ser es tan mercantil como la de la industria automovilística, la indumentaria o la telefonía.

Ya sea por el marketing de la industria farmacéutica, como por otros factores sociales y culturales, la medicalización de la vida diaria es un fenómeno notable y un candente problema sanitario. Por otra parte, conscientes de ese problema las autoridades sanitarias luchan contra la irracionalidad autodestructiva de gran parte de la población. Así como los esfuerzos del ministerio de Sanidad y Política Social por restringir toxicomanías como el tabaco y el alcohol mediante decretos prohibitivos, la Agencia Española de Medicamentos, trata de regular la venta de medicamentos sin receta impulsada por las conclusiones de los estudios sanitarios sobre el efecto perjudicial de la automedicación.
Por ejemplo, el uso abusivo de los antibióticos es responsable de la pérdida de eficacia de los mismos. Pese a la prohibición de su venta sin recetas, según un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) el 12% de las farmacias españolas siguen vendiendo antibióticos sin receta. El mismo problema a nivel psicológico es la medicalización de las emociones y sus conflictos. Las estadísticas sitúan a España entre los países de más alto consumo de psicofármacos de Europa.

Según un estudio publicado en la revista Atención primaria sobre mujeres entre 25 y 65 años el 24% toma antidepresivos y el 30% tranquilizantes. Cabe destacar que según los estudios psiquiátricos el consumo “a demanda” propio de la automedicación incrementa el carácter adictivo de estos fármacos. Lo que estos hábitos revelan es la creencia de que tanto el cuerpo como el psiquismo son aparatos en los que cualquiera de sus disfunciones puede ser corregida por la química. También revelan una ignorancia o desinterés por investigar las causas. La clínica médica ante la recurrencia de ciertas enfermedades dirige la atención a causas como el déficit del sistema inmunológico o en muchos trastornos metabólicos a un exceso de sedentarismo. La psicología clínica ante la tristeza, la angustia o la ansiedad no trata de anestesiar esas manifestaciones sino de esclarecer las circunstancias vitales y conflictos que las causan. En fin, que la Edad Media, con su oscurantismo, hechiceros y brebajes ha quedado muy lejos tecnológicamente… solo tecnológicamente.

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