Psicólogo en Mallorca

Extensión y límites del cuestionamiento. 15M.

El novedoso fenómeno social que comenzó con la primavera árabe y tiene su manifestación local en la spanish revolution del 15-M está provocando reacciones a favor y en contra, ya sea de condena por anarquía y utopismo o de apoyo como proceso cuestionador de vicios de la estructura política y económica, y como ejercicio de democracia.

Para conjurar el reproche del reduccionismo que supone analizar fenómenos sociales y políticos a través de la psicología individual diré que esta reflexión solo apunta a plantear el paralelismo de un problema que afecta ambos campos y no a hacer un análisis político o valorativo.

Además de la psicopatología individual, los psicólogos clínicos intervenimos en conflictos que atañen a grupos humanos, uno de ellos es el tratamiento de familias disfuncionales y la micro-cultura que generan. Otro, son los problemas sanitarios derivados de pautas culturales. Cuando el diagnóstico de un cuadro de hiperactividad infantil o TDH revela que el origen se debe a una disfunción en la forma en que los padres educan a un niño, estamos en el primer caso. Cuando se analizan las estrategias de erradicación de la práctica de la ablación femenina de ciertas culturas, estamos en el segundo.

Tanto las investigaciones de uno de los fundadores de la antropología contemporánea, Claude Levi Strauss, como la explicación de la estructuración de los aspectos cognitivos y emocionales de un individuo, o sus fracasos, coinciden en un elemento fundamental: la necesidad de una función organizadora. Se puede denominar función parental, a nivel familiar, o normas, leyes y valores a nivel de una cultura. Siempre se trata de un sistema de referencia que ordene, dé un sentido, unos valores, una metáfora organizadora de la realidad y de la vida. Por eso hay veces que para un niño es menos dañino un padre severo que un padre ausente. Por eso tantos pueblos se degradan cuando la “civilización” irrumpe con beneficios que destruyen sus mitos y metáforas.

En relación a las nuevas formas explosivas de movilización social, amplificadas en parte por la inmediatez de internet, las redes sociales, la internacionalización de la economía y la vertiginosa velocidad-inestabilidad que eso genera puede ser interesante importar de la psicología y la antropología el concepto de destitución de las funciones.

Sin caer en el maniqueísmo de argumentar que la totalidad de la organización de nuestro sistema social, incluida toda la maquinaria política económica es mala o buena, el planteo de su destitución y deslegitimación abre el interrogante de lo que puede o no desaparecer sin que se produzca la pérdida de los elementos organizadores como los valores, mitos y metáforas en el caso de la psicología de grupos familiares o la cultura de los pueblos.

La prohibición de conductas culturalmente enraizadas de algunos pueblos que para el observador occidental son aberrantes puede desintegrarlos.

Julián Marías, que como muchos intelectuales españoles ven elementos positivos en las consignas y propuestas del 15-M, advierte que otras “no son de fácil concreción, pues ¿cómo llevamos adelante un mundo sin bancos?” y afirma que el movimiento “necesita de otro cauce político para no terminar en algo folclórico” (La Nación).

Por consiguiente, la posibilidad de que los fenómenos a los que estamos asistiendo deriven en algo socialmente productivo dependerá del alcance de lo cuestionado. Y no es fácil. Tirar de un hilo suelto puede terminar deshaciendo un jersey… o un tejido social… Cierto también es, que con el hilo un nuevo jersey se puede tejer.

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