Psicólogo en Mallorca

Cambio de ritmo

Los sistemas políticos, sociales, económicos y culturales, cambian constantemente. En consecuencia, en tanto constituyen el universo en que el mundo psíquico de los hombres se sustenta, las emociones, pensamientos, valores, deseos y conflictos también son arrastrados y transformados por esos cambios.

Incluso la relativamente corta historia de la psicología clínica y la psiquiatría como disciplinas científicas, registra cambios en el tipo de patologías. Algunos ejemplos: los casos con cuyo estudio se inició el psicoanálisis hace más de un siglo, eran mujeres con teatrales ataques histéricos que Charcot presentó en los ateneos clínicos de neurología del hospital parisino La Salpeêtrière. Se caracterizan por desmayos y parálisis psicológicos. Actualmente son tan infrecuentes que constituyen una rareza.

La irrupción de la delgadez como ideal de belleza que se inicia con Twiggi la supermodelo y cantante en los años 70 disparó la anorexia y la bulimia nerviosa de tal manera que en la actualidad existen en algunos centros sanitarios departamentos para el tratamiento de trastornos de la alimentación.

También en las patologías masculinas: Un artículo publicado en el British Journal of Psychiatry sugiere que las transformaciones económicas y sociales erosionan las fuentes tradicionales de la autoestima masculina.

Sin embargo, me interesa destacar que la velocidad en que los sistemas sociales cambian en los distintos momentos históricos no es homogénea.

Italo Calvino en sus Seis Propuestas para el Próximo Milenio, se refiere a la velocidad como la gran lacra de la civilización cibernética, y plantea que la velocidad se ha vuelto contra nosotros.

En la novela «La lentitud», el escritor Milan Kundera ahonda en la relación subjetiva de velocidad: «Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido.

Evoquemos una situación de lo más trivial: un hombre camina por la calle. De pronto, quiere recordar algo, pero el recuerdo se le escapa. En ese momento, mecánicamente, afloja el paso. Por el contrario, alguien que intenta olvidar un incidente penoso que acaba de ocurrirle acelera el paso sin darse cuenta, como si quisiera alejarse rápido de lo que, en el tiempo, se encuentra aún demasiado cercano a él.

En la matemática existencial, esta experiencia adquiere la forma de dos ecuaciones elementales: el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido.»

La globalización planetaria del comercio y las comunicaciones incrementaron de una manera geométrica el ritmo de los cambios.

Un ejemplo extraordinario es el incendio social que se expande por el mundo árabe. Por un lado es posible por la inmediatez de la telefonía e internet, por otro al ser zonas de producción y transporte del preciado oro negro, se incrementa el coste del mismo impactando en las globalizadas economías del resto del mundo aún abocado a encajar la reciente crisis.

En otras palabras, pareciera que el mundo se está volviendo definitivamente más inestable y los cambios más rápidos.

No es mi intención la disección de esta realidad, desde el punto de vista político o económico que corresponde a historiadores, economistas y periodistas especializados.

Mi reflexión, como psicólogo, apunta a como afecta al universo individual y al surgimiento de nuevos conflictos psicológicos.

Ya en una artículo anterior planteé la relación entre crisis y salud mental.

Pasado un año, pienso que la idea de crisis, en tanto fenómeno puntual, está resultando insuficiente y necesita ser remplazada por un nuevo concepto permanente de inestabilidad y velocidad de los cambios.

Concretamente las angustias, ilusiones y proyectos que marcan la relación que tenemos con el futuro pueden estar cambiando de un modo definitivo. El pensamiento a corto plazo puede resultar una buena herramienta y una salida existencial.

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