Psicólogo en Mallorca

La maldición del insomnio

El pasado viernes 16 de marzo se celebró el Día Mundial del Sueño y el próximo sábado 24 cambiará la hora y dormimos una hora menos.

Uno y otro acontecimiento hacen emerger la problemática del sueño y los distintos factores de que depende su normalidad.

Los investigadores en neurociencia y los psicoanalistas tienen enfoques distintos y enfrentamientos académicos en el estudio del dormir, de sus trastornos y en la explicación del soñar y sus significados. Sin embargo, lo cierto es que tanto unos como otros han contribuido a que en los últimos 100 años hayan aumentado espectacularmente los conocimientos sobre ese universo, sus características, la función del soñar así como su normalidad y patología.

Por razones que aún no están suficientemente establecidas, los distintos grados de dificultad para dormir se están haciendo tan comunes que se han convertido en un problema sanitario.

Entre los años 2000 y 2012 el consumo de los diversos tranquilizantes e inductores del sueño se dispararon un 57 por ciento. Uno de los más frecuentes es el grupo de las benzodiacepinas.

Tanto este grupo farmacológico como otros inductores del sueño son considerados tóxicos por sus efectos secundarios y cronificantes por su potencial adictivo, pero eso no frena su imparable popularidad.

Según refleja un reporte publicado el 17 de este mes en El País por su corresponsal en Washington Joan Faus en los Estados Unidos se libra en este momento una batalla contra las farmacéuticas de impredecibles consecuencias. La razón está en la sangría de muertes que causan los opiáceos y el carácter adictivo de su consumo que han encendido las alarmas del las autoridades sanitarias. En la megacausa judicial se acusa a las farmacéuticas Pardue y Johnson & Johnson entre otros fabricantes de publicitar durante años productos a sabiendas del potencial adictivo de los mismos. Muchos analistas comparan esta batalla con la que se libró hace años contra las tabacaleras.

Psicológicamente se considera que, en el fondo de la cuestión, el mal dormir se debe sencillamente al mal vivir. Causa que también origina la mayor parte de los cuadros de depresión, angustia y ansiedad.

La idea es que una determinada situación tóxica que puede ser un malestar de pareja tanto como una situación de maltrato laboral sostenida deja un remanente de frustración crónica. Esto deriva en la complicación de que se establece una situación circular, se duerme mal porque se está mal y se está mal porque se duerme mal.

Desde esta perspectiva, todo lo que no sea recuperar los circuitos de lo que psicólogos y biólogos llamamos excitación y saciedad, que no es otra cosa que ilusión y satisfacción, está condenado a ser cosmética.

Aunque existan muy diversas causas orgánicas que puedan influir en el insomnio, las razones psicológicas se relacionan fundamentalmente a la ansiedad. Y la ansiedad es una consecuencia de la insatisfacción.

Este hecho tiene una gran importancia para la psicología clínica, puesto que si lo que impide relajarse y dormir a una persona es el fracaso en encontrar un modo eficiente para satisfacer sus necesidades vitales, el mejor abordaje del problema es el destrabar las inhibiciones, culpas y conflictos para lograr saciedad y relajación.

Los psicólogos consideramos que aunque el camino sea más arduo es la mejor opción.

Una manifestación de un aspecto cruel del choque entre el deber ser y el ser son los reclamos de muchos de los que padecen insomnio de que al día siguiente tienen que funcionar en el engranaje social de que forman parte… a costa de lo que sea.

El escritor Benito Pérez Galdós en su libro Marinela describe así el peso que la vigilia tiene en el sueño: “Los pensamientos que huyen cuando son vencidos por el sueño, suelen quedarse en acecho para volver a ocuparnos bruscamente cuando nos despertamos”.

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Publicado el 21/03/2018