Dilemas falsos, la corrupción del pensamiento
Los titulares de estos días mencionan la tormenta político-ideológica que sacude a los gobiernos europeos respecto a las respuestas a los ataques terroristas de que están siendo objeto. Se trata de una situación contradictoria y paradójica para el sistema político, jurídico y social basado en la democracia y las libertades individuales. Los gobiernos son acusados por algunos sectores de blandos e ineficaces por seguir reaccionando con medidas cosméticas y sistemas judiciales respetuosos de los derechos humanos a una situación que se ha tornado bélica. “Es la guerra santa idiotas”, afirmó Arturo Pérez Reverte. En cambio otros sectores, defensores de la democracia y los derechos humanos, ven la militarización y al aumento de presencia y control policial como un ataque al estado de libertad y democracia.
La realidad es que la discusión entre ese enfoque dilemático de los países occidentales genera una parálisis que los vuelve vulnerables ante un agresor que se halla libre de todas esas consideraciones y avanza usando la política del palo y la zanahoria. O sea, alternando el asesinato con los reclamos de derechos y confort en las prisiones o derechos en los tribunales.
El lúcido novelista y filósofo franco argelino Albert Camus, lo expresó con esta frase: “La tiranía totalitaria no se edifica sobre las virtudes de los totalitarios sino sobre las faltas de los demócratas”. La reciente situación de guerrilla urbana que se desató en Barcelona entre el movimiento okupa o antisistema y su resistencia a ser desalojados por los mozos de escuadra de un edificio tomado en el barrio de Gràcia, hizo oír acusaciones a la policía de ser represores fascistas poniendo a las autoridades ante una difícil situación.
En las consignas y acusaciones del movimiento okupa existe un argumento basado en una alternativa dilemática: una libertad que puede llegar a negar el sistema legal que organiza la propiedad de los bienes versus un régimen represivo. Uno de los criminales más notorios del momento, el narcotraficante mejicano Chapo Guzmán, está reclamando, por medio de sus abogados, que las condiciones de su reclusión lo afectan emocionalmente por el aislamiento que significa.
Para la filosofía, la política y la psicología este problema no es nuevo. En cuestiones extremadamente diversas los psicólogos detectamos un fallo cognitivo ya sea espontáneo o manipulado intencionalmente. Se lo conoce como, dicotomía, falacia del tercero excluido o falso dilema. Consiste en considerar solo los extremos como alternativa negando las posibilidades intermedias. Esta deformación del pensamiento puede infiltrar una cantidad sorprendente de áreas. Veamos algunos ejemplos.
En medicina, la migración de un sector significativo de la población hacia las llamadas medicinas alternativas, o sea no sujetas a verificación científica se basa en los argumentos de que la medicina científica no cura todo, en que algunos medicamentos no son totalmente beneficiosos ya que tienen efectos secundarios o en el hecho de que con el cúmulo de experiencia cambian los criterios y las indicaciones. En este caso el falso dilema es que si no resuelve todo, no sirve. Eso lleva al refugio en un pensamiento mágico de soluciones absolutas. El genial y extravagante Steve Jobs aceleró su muerte por cáncer al rechazar las intervenciones y protocolos médicos y recurrir a productos naturales de eficacia no probada.
En la psicología de la educación, la mayoría de autores que estudian el proceso evolutivo de la formación de la personalidad coinciden en que un niño no puede desarrollarse emocionalmente sin una dosis de amor y permisividad para afianzar su autoestima y su capacidad de iniciativa, pero tampoco puede lograr un desarrollo psíquico y social sin tener límites y normas que le permitan tolerar las frustraciones, gestionar sus impulsos y convivir con un sistema social. Sin embargo, frecuentemente los psicólogos clínicos atendemos conflictos entre los padres que se acusan entre sí de ser crueles y demasiado severos o malcriar al niño dando lugar a boicotearse recíprocamente con el resultado de dar mensajes contradictorios al niño. La realidad es que solo una proporcionalidad entre estos extremos es saludable. Aquí también la falsa dilemática crea una opción sin salida.
En las patologías neuróticas, una gran variedad de trastornos se caracterizan por situaciones en las que los individuos que los padecen se ven ante disyuntivas dilémáticas como por ejemplo el aislamiento versus la promiscuidad, la agresividad versus el sometimiento, la omnipotencia versus el complejo de inferioridad, la avaricia versus el derroche, la anorexia versus la bulimia. Siempre teniendo que exagerar en un extremo por temor a caer en el otro. En la psicología de la pareja, el distinto grado de necesidad de autonomía y fusión en una relación de pareja suele estar detrás de conflictos en que aparecen reproches culpabilizantes o sentimientos de agobio. Las personas con una modalidad más fusional suelen vivir la autonomía de sus parejas como abandono o rechazo. Otra vez la opción falsamente dilemática aparece como obstáculo.
En fin, que una parte importante de las discusiones éticas y políticas, se polarizan en torno al relativismo moral versus la inmovilidad de ciertos valores. En el evangelio de Lucas, Jesús afirma: “El que no está de mi parte, contra mí está, y el que no recoge conmigo, desparrama”.