Psicólogo en Mallorca

De poetas y de locos

Las cifras que proporciona la Unidad de Trastornos Alimentarios de Son Espases: 6.600 personas que padecen anorexia, bulimia o trastornos relacionados, da idea de su importancia epidemiológica. Algo similar ocurre con clasificaciones que identifican trastornos relacionados como la ortorexia, la obsesión por comer sano o las fobias a ciertos alimentos.

En general estas cifras y clasificaciones se refieren a casos de trastornos suficientemente extremos como para llegar a producir alteraciones importantes y hacerse conscientes como síntomas para quienes lo padecen o para su entorno y llegar así a las consultas.

Sin embargo es interesante saber que hay un numerosísimo grupo de afectados por trastornos psicológicos de la alimentación que no son conscientes de ello ni figuran en las estadísticas.

Partiendo del hecho de los datos que nos da la biología no dejan dudas de que el ser humano pertenece al grupo de los omnívoros, organismos que pueden y necesitan ingerir un amplio espectro de alimentos vegetales y animales, la exclusión de un grupo de estos alimentos puede crear déficits proteicos, vitamínicos y minerales, entre otros.

Pese a ello, hay un porcentaje importante de personas que se consideran y son consideradas “normales” (*) que practican una discriminación sobre algunos alimentos siguiendo criterios diversos que carecen de respaldo científico y comprobable y que además, y en el mejor de los casos, haciendo una trabajosa ingeniería alimenticia, consiguen compensar las carencias que se producen.

Algunos ejemplos: el vegetarianismo, basado en diversas consideraciones éticas, religiosas o ecológicas. El pasado año en Francia, a propósito de la condena a una pareja, por la muerte de una niña debida a la aplicación de una variedad extrema de la dieta vegetariana llamada Vegana, Javier Massaguer, director general del Hospital de Nens de Barcelona, comentó lo siguiente “…cuando la madre hace dietas vegetarianas estrictas, hay una probabilidad elevada de que el niño padezca esta anemia…”.

La macrobiótica, que basa la alimentación en un equilibrio entre los conceptos orientales del Yin y el Yan, y que es cuestionado por The Council of Foods and Nutrition de la American Medical Association así como el Committee on Nutrition of the American Academy of Pediatrics, que ha condenando a menudo la versión más restrictiva de la dieta macrobiótica debido a sus deficiencias nutricionales.

Y sin entrar en más detalles así podríamos seguir analizando la dieta basada en la teoría Feingold, o la tan de moda actualmente dieta paleolítica así como la dieta por grupo sanguíneo de Peter J. D´Adamo, u otras… o simplemente lo que llamaríamos manías respecto a algunos alimentos.

El psicodiagnóstico demuestra que en la mayoría de los casos de dietas que excluyen grupos de alimentos existe un proceso fóbico subyacente e irracional que se vale de una teoría como justificante.

Incluso, muchos trastornos importantes tienen un comienzo leve de este tipo.

Conclusión, por un lado una alerta respecto a esas formas veladas de trastornos de la alimentación, pero sin pánico ya que los psicólogos sabemos que la salud total no existe. Ya lo escribió Calderón de la Barca “…De poetas y locos todos tenemos un poco…”.

(*) En Psicología, el concepto de normalidad es altamente subjetivo y merece una discusión aparte.

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