San Valentín y el espejo de la bruja
Da igual que el día de San Valentín, como el de la Madre, del Padre, de San Jordi, de Reyes y otros deban gran parte de su presencia a razones mercantiles. Se trata de realidades que existen más allá de los usos comerciales. El caso del Día de los Enamorados alude a un fenómeno que, en occidente es, ni más ni menos, la forma más frecuente de célula social. El hecho de que 2 personas concentran entre si la mayor parte de sus necesidades vitales.
Los enamorados son individuos que cursan el primer capítulo de lo que puede llegar a ser la decisión más trascendente de sus vidas. Actualmente, y cada vez más, una pareja puede disolverse sin impedimentos, pero los enamorados sienten que se emparejan sin tiempo de caducidad, de igual modo que, aunque todos sabemos que viviremos solo un tiempo, lo hacemos como si fuésemos a ser eternos.
Lo que está en juego en la elección de pareja no es poca cosa. La familia política, como se comerá, dormirá, se administrará el dinero, se criarán hijos, la forma que tendrá la intimidad del cuerpo y del pensamiento, el círculo social y, a veces, hasta la tierra en que se vivirá. Vamos, que es como para que los enamorados tiemblen… si fueran conscientes de que se juegan. De las diversas cosas que se ponen en juego, solo quisiera destacar un tema que no es menor: la identidad.
Uno de los descubrimientos más sorprendentes de la psicología es el hecho de que la identidad de un ser humano tiene origen exógeno, es decir que se produce desde afuera. La mirada de los otros significativos constituye el sentimiento de qué y cómo se es. Técnicamente se llama “efecto especular”.
Da igual, que se esté físicamente solo. Los navegantes solitarios, que pasan semanas sin ver un alma, llevan consigo las pilas cargadas con las miradas de quienes han sido o son importantes para ellos.
En el cuento de Blancanieves la bruja depende totalmente del espejo mágico para asegurarse cada día que es la más guapa, hasta que sobreviene la catástrofe. El poderoso espejo coloca a Blancanieves en el candelero.
Si con tanta frecuencia en las crisis de pareja se derrumba la autoestima es precisamente por el poder del espejo. Pues entonces, como cada uno ama a su manera, al elegir un amor se elige un espejo y al constituir pareja se apuesta por una determinada identidad.
En el diagnóstico de muchas depresiones se encuentra que la causa fue la resignación a mirarse por años en un espejo cruel, denigrador o indiferente. Pero hay también historias bonitas en las que durante décadas los espejos se devuelven imágenes positivas, estas son las que justifican celebrar San Valentín.