Matrimonios y goteras
“Allà a von no hi plou no se pot estar de goteras”. Este antiquísimo refrán mallorquín hacía referencia a la curiosa capacidad de lograr una imagen de equilibrio y normalidad barriendo bajo la alfombra severas carencias por parejas y familias. La existencia de este fenómeno captado por la sabiduría popular, ha sido objeto de investigaciones y publicaciones de diversos autores.
El éxito de ventas de los libros del psicólogo inglés Andrew G Marshall especialista en terapia de pareja, sirve como dato de la existencia de este problema. No solo se están vendiendo sus libros como rosquillas sino que es asiduo de programas de televisión y mencionado con frecuencia en los medios.
Aunque sus libros no pasen de un nivel de divulgación, e incluso pequen de cierta banalidad, es significativo el eco que están encontrando. Los títulos de sus libros son explícitos. “Haz el amor como un animal, seis pasos para transformar la rutina en sexo apasionado” fue el primero en ser traducido al castellano, la traducción al castellano de otros sería “Mi mujer ya no me ama” “Mi esposo ya no me ama y está mensajeando con alguien” “ Como puedo alguna vez volver a confiar en ti”
Entre otras cuestiones denuncia la existencia de parejas que han perdido todo interés y curiosidad en el mundo del otro así como la chispa del deseo. Incluso señala que la infidelidad suele ser una consecuencia de un estado carencial y por lo tanto se debería exculpar al infiel.
Uno de los pioneros en estudiar científicamente la estructura de la pareja y la familia fue el sociólogo norteamericano Willard Waller en un libro cuyo título se podría traducir como “La Familia, una interpretación dinámica”. Él y otros autores posteriores han descripto lo que se llamó pseudo-comunidad. También un “nosotros” artificial por referirse a una unidad inexistente.
Según datos del INE, Instituto Nacional de Estadística, las sentencias de divorcios, nulidades y separaciones mantienen un incremento porcentual constante bastante por arriba de las 100.000 sentencias anuales.
Aunque estas cifras puedan ser significativas e incluso alarmantes como reveladoras de una tendencia social este fenómeno admite otras interpretaciones.
La atención al bienestar psíquico individual y de pareja es relativamente reciente ya que pertenece al período que el sociólogo francés Alain Touraine, denomina post-industrial y que coincide con el desarrollo del llamado “estado de bienestar”. Por ello carecemos de estudios fiables sobre el funcionamiento de los matrimonios de una época en que los divorcios eran irrelevantes. Sin embargo hay fuertes indicios de que tanto entonces como en la actualidad, la permanencia de un matrimonio no garantiza su buen funcionamiento en términos de bienestar conyugal.
Por el contrario, la estructura matrimonial puede ser eficaz como sociedad de bienes, para el cuidado de los hijos y cara a la vida social con independencia del grado de amistad, complicidad y deseo sexual entre los conyugues.
La realidad es que la naturaleza de las relaciones sociales en general, las amistades o los vínculos familiares son susceptibles de sufrir un proceso que podría llamarse protocolización, o sea reducirse a los niveles formales de operatividad y excluyendo la carga emocional. Y eso no solo es posible e incluso frecuente sino que es compatible con la perdurabilidad en el tiempo.
Festejar bodas de plata o de platino, revela duración, si además ha sido con sal y pimienta pueden sonar las trompetas.
Salvador Allende, el ex presidente de Chile dijo en un discurso, que hay jóvenes viejos y viejos jóvenes, para explicar que el paso del tiempo no explica el perder la ilusión y la curiosidad.
Esta idea debería servir para invalidar ese lugar común de que el amor pasión no es compatible con el paso del tiempo con el que muchos justifican su resignación.