Psicólogo en Mallorca

La pareja, un organismo frágil…

79.423 separaciones y 47.319 divorcios por año en todo el país. Sólo en Baleares, se registran 3.600 rupturas entre separaciones y divorcios con tasa en aumento. A nivel nacional los cálculos dan una ruptura cada 3,9 minutos. Estos datos del Consejo General del Poder Judicial, además de ser cifras impresionantes, evidencian un fenómeno social emergente.

Los trastornos de la vida afectiva constituyen el 80% de los motivos manifiestos o latentes de las consulta de adultos al psicólogo clínico. Motivos manifiestos son los que se refieren directa y conscientemente al tema, y latentes son los que el diagnóstico descubre como causa real de un trastorno aparente.

A estos datos hay que sumarles los estudios de encuestas y trabajo de campo que revelan una abrumadora mayoría de parejas con conflictos diversos e insatisfacciones pero que no acuden a la consulta.

PATOLOGíA MODERNA?

Una idea difundida pero cuestionable es que los problemas de esta célula social, que es la pareja, están asociados a la modernidad. En realidad hay razones para suponer que al igual que muchas enfermedades, en que lo nuevo es el diagnóstico, estos problemas afectaron siempre a la población pero que la creciente atención al bienestar psíquico y la calidad de vida en general, así como la mayor igualdad y respeto a las necesidades de ambos sexos, es lo que hace que esta cuestión emerja y sea objeto de conciencia.

Por lo cual se concluye que realmente el aumento es de divorcios mas que de parejas insatisfactorias.

LA PAREJA COMO FENóMENO PSICO-SOCIAL.

A diferencia de otros temas científicos, el acceso del lego a los avances de la investigación sobre el funcionamiento y los trastornos de la pareja tropieza con dos grandes dificultades de signo de alguna manera opuestos, por un lado la banalización y, por otro la ofuscación, por excesiva resonancia moral. La banalización es obvia en los medios de difusión: hoy día casi no hay revista de moda, cocina u otros temas que no publiquen notas sobre el asunto.

En cuanto a la resonancia moral, la importancia que este tema tiene para distintos colectivos, como religiones y sectores feministas, tradicionalistas o progresistas, hace que sea difícil que el tema se aborde con la serenidad con que se leería un avance en el estudio, por ejemplo, de la osteoporosis. Una manera de superar estas barreras es acudir a lo que revelan los avances de la psicología moderna sobre la estructura y mecanismos del funcionamiento de la pareja.

Partimos de que la pareja, al igual que toda organización social, es un sistema de intercambio. La connotación económica del concepto de intercambio puede evocar un sentido materialista, pero cabe aclarar que las necesidades emocionales forman una parte integral del intercambio social.

Para el cachorro humano, por ejemplo, la atención emocional que se manifiesta en caricias y estímulos es tan importante como la leche materna y todos los cuidados de la puericultura, como lo demostró Spitz en 1945 en una investigación realizada en EEUU.

Spitz comprobó que la falta de afecto en huérfanos, materialmente bien atendidos, provocaba una serie de trastornos y enfermedades que recibió el nombre genérico de “MARASMO DE SPITZ”. El adulto humano, tanto como el neonato, sigue siendo afecto-dependiente, y en nuestra civilización, ello lo lleva a formar y hacer el esfuerzo de sostener una pareja como forma de asegurarse el suministro de necesidades tanto materiales como emocionales.

En otros términos, la fuerza aglutinante, que es el factor para la existencia de una pareja, es el fruto de un conglomerado de necesidades entre las que se encuentran tanto la necesidad de reconocimiento, compañía, satisfacción de la sexualidad, etc., como del cúmulo de elementos económicos y sociales que inevitablemente se van tejiendo a lo largo de la vida en común, a tal punto que llega a desplazar en presencia e importancia los elementos originales de la unión.

… “No me separo por no dar el disgusto a mis padres” … … “No me separo por mis hijos”…

Son expresiones que resuenan cientos, miles de veces en las consultas.

… “Durante un tiempo puedes escoger: si quieres hacer esto o lo otro, vivir con esta persona o con aquella. Pero llega un día en que esa actividad y esa persona se convierten en tu vida, y entonces es una tontería preguntarse si quieres seguir con tu vida.”…

Este es un comentario de un personaje de uno de los agudos cuentos de la novela AMORES EN FUGA, de Bernhard Schlink. Es importante retener este dato: la necesidad es el móvil fundamental de la búsqueda y constitución de una pareja.

UNA ORGANIZACIÓN IMPERFECTA.

El reconocimiento de que la pareja es una respuesta a una necesidad biológica enraizada en nuestra historia evolutiva plantea la cuestión de por qué esta célula social tiene un nivel tan alto de fallos en configurar un sistema estable y satisfactorio. Desde luego, no hay una explicación única, pero podrían enumerarse, al menos, 5 líneas de explicación:

1.- Necesidad y deseo

La mayor fuente de inquietud del ser humano radica en la diferencia entre necesidad y deseo. En la alimentación, en la protección que proporciona la vestimenta, en la adquisición de un coche para desplazarse, como en la elección de una pareja, la necesidad no es igual al deseo.

En el ámbito de las necesidades fisiológicas la diferencia es clara: durante un ayuno prolongado, el nivel de hambre (deseo de comer) sube y baja, mientras la necesidad aumenta en forma continua. No comemos movidos por la mera necesidad de proteínas y vitaminas sino por una representación “motivacional” de esta necesidad que nos lleva a una sensualidad de sabores y colores.

Cuando compramos un coche nuestra elección está determinada por muchas más cosas que la mera necesidad de que nos transporte. De la misma manera a nadie le serviría que le adjudiquen una pareja que responda a un inventario de virtudes sino que tiene que haber, como todo el mundo sabe una “química” que escapa a la lógica de quien elige pareja. … “El amor es ciego”… significa precisamente que las causas para el enamorado no son visibles, o sea que no son conscientes.

Pero he aquí una paradoja: así como la necesidad es colmable, el deseo no lo es. Por eso existe, por ejemplo, la obesidad como fruto del placer de comer que va más allá de la necesidad de alimentarse. O gastamos tanto dinero en renovar el vestuario por cuestiones ajenas a que la ropa siga cubriendo nuestras necesidades de abrigo.

Quizás el ejemplo mas dramático es el de la conducta adictiva: una adicción puede definirse como el deseo imperioso de algo que no solo no se necesita y es dañino, sino que en casi todos los casos el adicto desea no desear.

Del mismo modo que el consumismo revela que la llamita del ansia no se apaga con nada de lo que se posea, que alguien colme sus necesidades conscientes con una relación no garantiza que colme sus deseos.

Una observación interesante en el plano económico es que se ha demostrado que ante la pregunta “¿cuanto dinero necesitaría usted para vivir confortablemente?” la respuesta más común es de alrededor de un tercio más que lo que se gana, indicando que el déficit percibido en realidad aumenta con el ingreso, en vez de reducirse como podría esperarse de la satisfacción de necesidades.

Es decir, dado que no existe un objeto adecuado que colme definitivamente el deseo, tampoco existe una elección de pareja que satisfaga las necesidades ni garantice sellar el ansia de esa máquina voraz y caprichosa que es el deseo.

2.- Química tramposa

El mutuo enamoramiento, ese fenómeno por el cual dos personas se revisten de atributos “especialísimos” por los que idealizan y desencadenan un sentimiento de atracción, es lo que determina la constitución de una relación de pareja.

Pero como la química del enamoramiento es el fruto de una serie de espejismos que se basan en el mecanismo de la idealización, tarde o temprano cede terreno al peso de la realidad y adquieren protagonismo los elementos negativos que en su momento fueron minimizados.

Este protagonismo pone en evidencia los costos de la elección. Cabe destacar que no nos referimos a un hecho accidental ya que este es un hecho universal puesto que elegir es, necesariamente, perder. Decimos que no hay enamoramiento sin idealización. Idealización de la persona elegida e idealización del proyecto de fundar una vida plena y feliz. Esta imagen “hollywoodense” tarde o temprano choca con la realidad de las dificultades de resolver los problemas de intendencia cotidiana, o de criar hijos, o la necesidad de compatibilizar diferencias e intereses encontrados. Para colmo, como siempre se busca lo que suma y agrada de cada opción, cuando se enfrentan los inconvenientes de lo que una característica conlleva se produce malestar, de allí la expresión de “aborrecer aquello que

se amó” que aparece con gracia en esta antigua poesía que se titula SALERO SIN SAL:

La mujer que da en querer, para todos tiene “sal,”

y el salero universal, el amor de la mujer; mas si da en aborrecer aquello que más amó, no tiene sal, diré yo; por cuya razón se infiere: salero es con sal, si quiere, salero sin sal, si no.

3.- Limitaciones del lenguaje

El psicólogo francés Jaques Lacan, que aplicó los avances de la lingüística estructural y el estudio del lenguaje a la comprensión de los fenómenos psíquicos, develó que pese a que se hable una misma lengua solo en apariencia hay completa comprensión, dado el distinto valor subjetivo que tienen las palabras: “te quiero” no significa lo mismo para uno u otro miembro de la pareja.

Esto se debe a que el valor que damos a las cosas y las palabras, tanto como lo que cada uno entiende por ser querido, satisfecho, o lo que busca del otro, no siempre coincide ni tampoco es simétrico y armónico. La biología evolutiva moderna reconoce que todo lenguaje es manipulación, es decir, que la intención de la comunicación no es la transmisión de información fidedigna sino la intención de modificar la conducta ajena, no a través de la fuerza sino de sus sentidos y motivaciones. Consciente o inconscientemente, quien dice “te quiero” está intentando producir un efecto que lleve al destinatario a comportarse de manera que mejor satisfaga los deseos de quien así se expresa.

4.- Evoluciones divergentes

Otro elemento que suele ser fuente de inestabilidad es el hecho de que el crecimiento y las transformaciones inevitables que supone el paso del tiempo y los cambios de la edad no necesariamente modifican por igual a ambos miembros de una pareja.

En la consulta de los psicólogos muchas veces aparece el malestar de que aquella persona que era de tal manera se volvió de tal otra a partir de cierto tiempo o de ciertas experiencias, como, por ejemplo a partir del nacimiento de los hijos, de la menopausia o de un cambio de la situación laboral.

5.- Estado de necesidad-vulnerabilidad

Finalmente, así como el hambre es condición del disfrute de una comida, el sentimiento de necesidad del partenaire es condición de un bienestar en la relación de pareja que, de lo contrario, se transforma en agobio o indiferencia.

Pero para que esta situación funcione, el estado de necesidad ha de ser simétrico o al menos complementario. De lo contrario el necesitado se encuentra en un estado de vulnerabilidad y expuesto a padecer humillación, celos o rechazo.

Es fácil entender que compleja diversidad de elementos tienen que coincidir para que esta simetría o complementariedad de necesidades se den en intensidad y tiempos simultáneos y se den en armonía de intensidad y tiempo.

CLíNICA DE LA PAREJA.

Estadísticas son estadísticas, y es posible dar con ellas muchos mensajes. Así como es cierto que cada año Baleares ve el final de 3.600 parejas, también es cierto que vemos muchas parejas que sobreviven la debacle. Entre ellas, muchas logran un nivel aceptable y duradero de bienestar, y es del funcionamiento de estas últimas que nutrimos nuestra terapéutica.

Cuando las cosas no van bien, se da la disyuntiva de arreglarlas o de disolver el vínculo. Las circunstancias en que se produce la intervención del psicólogo suelen estar acompañadas de la acumulación de 3 sentimientos: insatisfacción con el funcionamiento de la relación, persistencia del deseo de conservarla e impotencia de lograr el arreglo deseado.

PATOLOGíA

Hablar de patología de pareja supone inevitablemente la idea de normalidad y esto puede evocar un pensamiento moralizante que imponga como buenas ciertas normas o modos de funcionamiento. Este es un punto de choque entre las concepciones religiosas y las de quienes defienden la libertad y la singularidad como esencia del acto de desear y amar, y se rebelan contra un modelo determinado.

Para la psicología clínica, normalidad y patología se refieren al nivel de disfrute y calidad de vida que obtienen los miembros de una pareja de su unión prescindiendo de toda carga ideológica o moral por lo que no se sitúa ni en una ni en otra posición.

Una intervención terapéutica en estas circunstancia supone una delicada cirugía, que necesita adecuarse en cada caso a la configuración específica de cada pareja, pero podrían enumerarse algunas generalidades que suelen estar a menudo en juego:

1.- Del “victimismo” al reconocimiento de complicidad

Transformar la búsqueda de un culpable en la toma de conciencia de la complicidad que lleva a cada uno a reforzar aquellos rasgos que padece en el otro como lo expresa la célebre Sor Juana Inés de la Cruz:

“Hombres necios que acusáis a la mujer, sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”

Esta estrofa tan conocida y perceptiva no lo es más que otras en que Sor Juana identifica el problema crucial del que hablábamos antes el de la imposibilidad de satisfacer el deseo:

“Opinión, ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite, es ingrata, y si os admite, es liviana.”

Una versión contemporánea es la expresión inglesa: “treat them mean to keep them keen” que se traduce algo así como : “tratadlos duro para que sigan interesados”, o sin intentar conservar la métrica, “no les des lo que piden así siguen pidiendo”.

2.- Recuperación de las proyecciones

Las emociones básicas como el amor y la atracción o el odio y el rechazo no son productos primarios e indivisos sino derivados de conexiones y asociaciones de elementos que tienen raíces en la historia de un individuo, en las experiencias y traumas infantiles, y en los conflictos con los padres. Todo esto es susceptible de transferirse y condicionar la relación actual con aquella persona que se vuelve significativa. Es como si, por el hecho de que alguien se transforma en pareja, se constituyera en un polo de atracción de sentimientos que van mucho más allá de las razones lógicas y conscientes por las que se ha elegido.

Los celos, la dependencia simbiótica, la posesión, la agresividad, las demandas desmesuradas asociadas a la decepción, son algunos ejemplos de este fenómeno.

De ahí el refrán “Por que te amo te aporreo”, o el título de la película de1933 dirigida en EE.UU. por Patrice Leconte “La maté porque era mía”. Por ello, muchas veces el diagnosticar, o sea el identificar el origen de las proyecciones que se depositaron en la otra persona resulta resolutivo. Este efecto terapéutico de la comprensión tiene explicación en un fenómeno de la patología psíquica: cuanto menos sabemos sobre las verdaderas causas de nuestros sentimientos más fuertes son los efectos.

Por lo tanto, con la comprensión de estos fenómenos, se produce una disminución de la malignidad que originan. La transformación de un sentimiento de reproche en la comprensión de la propia problemática como causa, crea un efecto inmediato de descompresión en la pareja dado que el otro deja de ser el chivo expiatorio.

3.- Duelo

En la vida de toda persona hay un inevitable trabajo de duelo por la evidencia de todas aquellas expectativas y deseos de completitud que se van descubriendo como imposibles. Uno de los más significativos aportes de la psicología contemporánea es justamente el carácter inevitable de ese efecto de falta en todos los órdenes como universal de la cultura.

El poder hacer un duelo significa reconciliarse con esa pérdida. La ausencia del mismo, por el contrario, causa un empecinamiento obsesivo en relación a objetos idealizados. Esto lleva a buscar o intentar poseer compulsivamente aquellos objetos que deberían ser completos o lo que es igual, proporcionarnos esa completitud. Entre la gran variedad de compulsiones que este afán por lo pleno y completo generan, está el enamoramiento.

Desde esta perspectiva se diferencian enamoramiento de amor. En tanto que el primero se asocia a la idealización, lo segundo supone la aceptación de la inexistencia de una totalidad en uno mismo y / o en la pareja.

4.- Ceder y pedir

Sin un equilibrio entre ceder y pedir una relación deriva hacia la esclavitud o la tiranía. Un porcentaje altísimo de cuadros depresivos revela ser causa de que el paciente llegó tras un proceso acumulativo de pérdidas a un alto grado de frustración existencial y a la ausencia de placer por una dinámica de sometimiento en la pareja.

5.- Claves

Es sorprendente lo extendido de la confusión sobre la noción de intimidad. Una gran mayoría de personas asocian la intimidad de la pareja a la dimensión física cuando ni siquiera las relaciones sexuales garantizan que exista. El elemento clave del buen funcionamiento de una pareja radica en el nivel de intimidad, y a su vez ésta se relaciona al contacto con lo que en el otro es causa de su necesidad, o sea sus miserias y faltas. En síntesis, la sorprendente paradoja que nos proporciona el conocimiento de la psicología de la vida amorosa es que el amor se sustenta en el polo opuesto al del enamoramiento: así como el enamoramiento se basa en la idealización y en atribuir un estatus de completitud al ser amado, el amor solo es posible ante el conocimiento y la aceptación de las faltas. Lo esencial de un sujeto deseante, es su miseria, sus carencias, que son las que lo hacen necesitar al otro. En el extremo de esta posición cuando se deteriora está el autismo como máximo exponente del fracaso socio-afectivo. Esta concepción permite formular una idea de normalidad, entendida en el sentido de una “química estable” a la que se sostiene en la habilidad de transformar la confluencias de las necesidades en disfrute. Es por ello que ninguna solución técnica puede mejorar realmente la sexualidad si no se resuelve le gestión de la necesidad y el deseo.

6.- Arreglo o ruptura

Cuando las parejas enfrentan dificultades, a menudo existen el temor y la duda sobre si una terapia de pareja puede ser factor de arreglo o precipitar la ruptura. Desde el punto de vista de la psicología clínica el mayor riesgo para la calidad de vida no es el riesgo de conflicto o de ruptura, sino el de mantenimiento de un equilibrio que suponga la mutilación emocional de los miembros de una pareja.

De todos modos, en términos porcentuales, y dado que el acudir a la consulta está determinado, como veíamos antes, no solo por el malestar, sino por una determinación a la búsqueda de una mejora, la mayoría de las consultas, se resuelven con una mejoría y fortalecimiento del vínculo.

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Publicado el 07/08/2005 en Diario de Mallorca