Juntos…hasta que la prosperidad nos separe
En ciencias sociales, el cruce de datos genera un campo fértil para descubrimientos de diversos fenómenos.
Veamos lo que revela cruzar dos datos de campos aparentemente inconexos de fenómenos recientes.
Las Islas Baleares llevan acumulados dos records, uno de indicadores económicos y otro de divorcios. Según el INE, Instituto Nacional de Estadística, el salario medio balear ha superado el del resto de España, tal como informó este diario el pasado día 20 de este mes. Los indicadores económicos como el elevado precio de los alquileres y el descenso del paro sitúan la economía de las Islas Baleares en los primeros puestos respecto al resto de comunidades, y acumula cuatro años de expansión y salarios al alza. Por otra parte, y sin relación aparente, el último informe del Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial del que también informó DM el pasado día 4 de este mes sitúa nuestra Comunidad en los primeros puestos de toda España en tasa de divorcios.
Cruzar estos datos estadísticos muestra una relación, directamente proporcional, entre mejora económica e incremento de separaciones y divorcios. De hecho, esta relación es bien conocida entre los abogados de familia.
Claro está, que en investigación científica la correlación no es lo mismo que la causalidad. Si dos fenómenos tienden a cambiar al mismo tiempo, esto sugiere posibilidad de una conexión, que en las ciencias experimentales se examina con experimentos y en psicología clínica, por referencias a interpretaciones teóricas y experiencia psicoterapéutica.
En este caso, las estadísticas coinciden con la práctica psicológica y la experiencia de los abogados matrimonialistas en mostrar que los vaivenes de la economía y la supervivencia de los vínculos de pareja están relacionados.
¿Por qué esta relación causal? ¿Qué aspectos del florecimiento y extinción del amor son los que esta coincidencia pone en evidencia?
Aunque puede que antropólogos, sociólogos e historiadores encuentren más explicaciones, para la psicología una de las principales líneas de investigación radica en el hecho de que las necesidades y los deseos no son lo mismo: ambos están relacionados, pero conservan una significativa independencia.
El deseo, o mejor dicho el desear, es un dispositivo mental que se origina y moldea en los primeros años de vida y tiene la peculiaridad de encauzar la excitación neuro-psíquica a ciertos objetos, objetivos o personas desplazándose y resurgiendo a lo largo de la vida. Está muy unido a lo que se conoce como idealización. Una característica importante es que como esas velitas de cumpleaños que se vuelven a inflamar una vez apagadas, el deseo es insaciable y vuelve a inflamarse como bien saben los expertos en marketing que estimulan el consumismo.
El deseo también es la causa del enamoramiento, en tanto se sustenta en una idealización. Por ello las personas promiscuas que no logran relaciones duraderas lo atribuyen a la rápida rotura del hechizo. En esos casos la magia del aleteo de mariposas en el estómago no resiste la confrontación con la realidad de lo que el otro es. En el psico-diagnóstico uno de los indicadores de estados depresivos severos es la pérdida de la capacidad de desear y la psicoterapia se orienta a recuperar esa capacidad. Sin embargo, ciertas personas consiguen formas duraderas de la supervivencia del deseo con objetos o personas estables. Hay quienes mantienen el entusiasmo con personas, actividades u objetos por largos períodos de tiempo, a veces, por toda la vida.
La necesidad, en cambio presenta menos complicaciones. Se trata de un estado de carencia de algo concreto que cuando se consigue, se sacia y desaparece. El refrán “para el hambre no hay pan viejo” se refiere a lo simple que es conseguir un objeto adecuado para resolver una necesidad, pero también, que con la saciedad el pan deja de ser necesario.
Esta diferencia entre deseos y necesidades resulta necesaria para entender algunos trastornos graves como la anorexia y la bulimia dado que en la bulimia la necesidad de alimentarse queda sobrepasada por la inflación de los deseos, tanto como en la anorexia la necesidad puede llegar a ser ignorada hasta producir la muerte por inanición.
Volviendo a la pregunta sobre por qué la mejora económica dispara las rupturas de parejas, lo antedicho nos lleva a suponer que quienes se separan en tiempos de bonanza económica permanecían unidos por cuestiones de necesidad sin existencia de deseo. Lo que equivale a decir sin amor.
Que esto ocurra no solo es fácil, sino que es frecuente, tanto como es frecuente que el amor deseante permita afrontar sin dudarlo grandes dosis de adversidad.
Por lo tanto, es comprensible que al aumentar los recursos para afrontar el descalabro económico de un divorcio, la inquietud por volver a desear cobre protagonismo y lleve a la ruptura de la pareja.
Una aguda frase de Clint Eastwood describe el envilecimiento de una relación en la que el amor deseante ha dejado de existir: “La inteligencia sin amor te vuelve perverso. El dinero sin amor te vuelve avaro. El poder sin amor te vuelve tirano”.