Psicólogo en Mallorca

Ablación femenina, esclavitud y deseo

Este pasado mes de abril la fiscalía de Detroit, en los Estados Unidos, detuvo a la doctora Jumana Nagarwala acusada de haber practicado ablaciones a niñas durante 12 años. Dado que esta práctica es ilegal en EEUU, puede ser condenada a cadena perpetua si es encontrada culpable.

Esta práctica, una brutal mutilación para nuestra cultura, no es un hecho aislado ni infrecuente. Existen comunidades en África donde sigue siendo aceptada, e incluso en España, con la llegada progresiva de personas provenientes del África subsahariana las autoridades sanitarias han tipificado como delito la llamada MGF, siglas de mutilación genital femenina.

Dado que se trata de una práctica ancestral en esas culturas, el tema resulta tan complejo que es motivo de investigaciones médicas y psicológicas.

M.A.Gallego, médico forense del Instituto de Medicina Legal de Cataluña publicó un extenso trabajo sobre este tema en Cuadernos de Medicina Forense. Esta costumbre de severas consecuencias para la vida de las mujeres no es un hecho aislado.

Muchas culturas desarrollan creencias que implican mutilar y deformar el cuerpo humano. Las llamadas mujeres jirafa, la obesidad forzada en los luchadores de Sumo en Japón, el agrandamiento de labios y orejas en habitantes de las selvas americanas y, por qué no incluirlo, la peligrosa moda de los piercing y tatuajes que se siguen difundiendo en todo el mundo ignorando los informes médicos sobre las patologías asociadas a estas prácticas.

Estamos frente a una cuestión que es estudiada desde múltiples perspectivas y por distintas disciplinas.

La MGF en particular, ofrece la oportunidad de profundizar en un aspecto de la organización social y las relaciones entre los géneros. La pregunta clave es, por qué el clítoris. Se trata de un órgano tan poco visible de la anatomía genital femenina que todo permite suponer que lo que ha llevado a la adopción de esta práctica no es, como en muchas otras de carácter identitario o estético.

Lo más razonable pues es que los motivos se encuentren en su función.

La sexualidad femenina sigue siendo objeto de investigación y polémica. Tanto los estudios psicoanalíticos de Freud como sexólogos y ginecólogos discuten y tratan de explicar la función de los distintos órganos genitales femeninos en una sexualidad considerada normal, suponiendo que tal cosa exista. Las razones de esta complejidad derivan de que la sexualidad humana, en tanto intercambio social supone la regulación del bienestar, el placer y el reconocimiento mutuos.

Finalmente, lo que ocurre entre 2 personas de la cintura para abajo está totalmente determinado por lo que pasa del cuello para arriba. O dicho en términos técnicos, de la carga simbólica que adquiere el acto sexual. Muchos autores ven en la preeminencia excesiva de la sexualidad clitorídea una forma de autosuficiencia asociada a la negación de la necesidad del hombre.

Sin embargo los conocimientos neuro-anatómicos demuestran el hecho innegable de que el clítoris es un órgano privilegiado en términos de inervación nerviosa y fundamental como fuente de estímulos placenteros.

No por casualidad los estudios antropológicos revelan que la mutilación busca, fundamentalmente, limitar el deseo sexual de las mujeres para aumentar el control sobre su comportamiento.

La historia ofrece un ejemplo similar en los hombres eunucos. Eran valorados por la seguridad que significaba su incapacidad de desear.

El argumento es sencillo y revela de un modo descarnado la esencia de las relaciones de dominio. Dado que lo que confiere a un ser humano el estatus de sujeto, es tener sus propios intereses, deseos y proyectos, en toda forma de dominio necesita eliminar esa condición.

Los traficantes de esclavos solo necesitaban negarles el estatus de seres deseantes para no verse perturbados por ningún problema moral.

Desde esta perspectiva, la esencia del llamado machismo no radica necesariamente en la violencia ni en los derechos que se consideren aceptables para una mujer sino en la negación, que puede ser muy sutil, de su condición de sujeto deseante. Entendiendo que los deseos hunden sus raíces en el universo singular e íntimo de cada persona.

Aristóteles, el filósofo griego lo enunció de modo radical,

“Solo hay una fuerza motriz: el deseo”.

Compartir