Psicólogo en Mallorca

Víctimas y cómplices

“Tienes la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren, y sin embargo eres crítico contigo mismo. Aunque tienes algunas debilidades en tu personalidad, generalmente eres capaz de compensarlas. Tienes una considerable capacidad sin usar que no has aprovechado. Tiendes a ser disciplinado y controlado por el exterior pero preocupado e inseguro por dentro. A veces tienes serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Prefieres una cierta cantidad de cambios y variedad y te sientes defraudado cuando te ves rodeado de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Pero encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido, precavido y reservado. Algunas de tus aspiraciones tienden a ser bastante irrealistas…”

El texto transcrito es parte de un brillante experimento realizado en 1948 por el psicólogo norteamericano Bertram R. Forer. El experimento consistió en dar a sus estudiantes un test de personalidad y luego entregarles a todos este resultado supuestamente basado en el test como si hubiera sido específico de cada uno, aunque en realidad era una descripción general y aplicable a todos.
Comprobó que todos se sintieron identificados y creyeron en la validez de esa descripción.

A partir de ese experimento se llamó “Efecto Forer” o “Falacia de validación personal” a la disposición a sentirse descripto con especificidad por enunciados vagos y contradictorios que le pueden ir a cualquiera.
El Efecto Forer se aplica también a la tendencia a validar el poder predictivo, la anticipación del futuro. En fin, como una ropa de talla única y universal que a cualquiera le va bien.

La aparición de aplicaciones para móviles (APPS) es un indicador de las necesidades del mercado y los hábitos e intereses de la gente. Ya está disponible una aplicación que permite bajar el horóscopo sin conexión, una aplicación para Android.
Lo cierto es que ningún medio de difusión puede hoy día dejar de tener un espacio para la astrología y los horóscopos sin perder una importante cuota del interés por parte del público.

La tradición de la creación de horóscopos proviene sobre todo de creencias de la antigüedad remota. En los orígenes de la civilización y en el intento de comprender el universo y anticipar el futuro se le atribuyó a la posición y movimiento de los cuerpos celestes esa cualidad. El mecanismo subyacente se denomina “animismo”. Es propio del pensamiento infantil y el de los pueblos preindustriales.

Esa forma de predicción permite establecer relaciones causa-efecto de un modo arbitrario no sometido a verificación. Como sistemas cognitivos el pensamiento mágico, el esoterismo, las supersticiones, así como el razonamiento de los niños pequeños, funcionan de forma diferente al conocimiento científico basado en la comprobación.
La predisposición a aceptar sin comprobaciones predicciones o descripciones de la propia personalidad se apoya en cuatro mecanismos psíquicos, la memoria selectiva, las afirmaciones universales, el supuesto del saber y la relación con el propio destino.
La memoria selectiva consiste en la tendencia a recordar solo los aciertos y olvidar los fallos. Por eso las personas a quienes se les ha anticipado el futuro tienden a recordar solo las coincidencias.

Las afirmaciones universales son suficientemente amplias para que encajen con todos.
El supuesto de saber se refiere a que cuando alguien va en búsqueda de una verdad o anticipación sobre su vida, tiene una predisposición positiva a creer en la fuente consultada. Supone que quien habla, sabe. Dicho en cristiano, va vendido.

Finalmente la idea fatalista del destino como algo inmutable que está escrito libera de la responsabilidad de tener iniciativas que construyan la propia vida.

Para la psicología clínica este fenómeno es importante no solo por lo que revela de la predisposición y complicidad a caer en engaños y al victimismo sino por el grado de compromiso con las propias necesidades y deseos de las que depende el bienestar que uno pueda generarse.

Como dice un antiguo proverbio árabe: “La primera vez que me engañes será culpa tuya, la segunda sería culpa mía”.

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