Psicólogo en Mallorca

Reyes Magos, ovnis y mesías

Hasta los más recalcitrantes materialistas transmiten y cultivan el dulce mito de los 3 generosos reyes cuya misión es visitar sigilosamente a los niños durante la noche para dejarles regalos. Para los adultos que ya nos hemos estrellado contra la dura realidad la época en aún creíamos en ellos se tiñe de la nostalgia de un paraíso perdido. Por eso contribuimos a mantener esa ilusión en los niños.

Es una suerte que los recortes que ya han atenuado la inversión en cultura, fiestas populares y hasta intensidad de los fuegos de San Sebastián no hayan llegado al despliegue de los 3 reyes desembarcando en el puerto repartiendo caramelos y regalos cada enero.

Las ilusiones, expectativas y creencias en visitas especiales desde el más allá han estado presentes en casi todas las culturas y religiones contradiciendo las frías limitaciones de la realidad. La llegada de un mesías no solo está encarnada de distintas formas en casi todas las religiones sino que alimenta las insostenibles afirmaciones de avistamientos de ovnis portadores de inverosímiles seres que vienen de mundos lejanos gracias a una técnica que contradice las más elementales leyes de la física y la astronomía.

En la historia de la conquista de América Hernán Cortés aprovechó que los Aztecas lo confundieran con un dios al que esperaban, al que llamaban Quetzalcoatl. Ese fue uno de los motivos que ayudaron a que se hiciera con el poder sobre todo un imperio con tan solo un puñado de hombres.

Lo que se conoce en antropología como cultos Cargo, son religiones de Australia, Melanesia y Nueva Guinea que ante el contacto con los occidentales que traían carga de diversos bienes lo interpretaron como los esperados envíos de los ancestros.

De hecho en la isla Tanna creían hasta hace poco que los estadounidenses eran portadores del Cargo porque los veían llegar con productos que descargaban de sus barcos. Esta creencia fue descripta en profundidad entre otros por el antropólogo Holberg Jebens en su libro Cargo, Cult and Culture Critique.

Los mecanismos psíquicos subyacentes a la ingenuidad de esperar que alguien maravilloso llegue a nuestro pobre y limitado mundo real fueron ampliamente estudiados por Freud. Él atribuyó esta ingenuidad a la supervivencia en los adultos de la visión del mundo que tienen los niños y lo llamó “tendencia al pensamiento mágico”.

En realidad, adornar la realidad de magia e ilusión es condición de casi todo lo que da sentido y color a la vida. El enamoramiento no existiría sin revestir de características excepcionales al amado gracias a un mecanismo que se denomina idealización. Como tampoco existiría el consumismo. Cuando se paga más un coche por tener un motor más potente o se suma un nuevo bolso a un atiborrado armario, se siente un efímero gusanillo como el del niño esperando a los Reyes Magos.

Y digo efímero porque la magia de unos reyes regalones, del enamoramiento o de los objetos nuevos es fugaz, así como la luz del día manda a los vampiros a dormir, el crecimiento y la madurez de los niños hace insostenible la creencia en los Reyes Magos.
Pero mejor ilusiones fugaces que vivir sin ilusiones.

La salud psíquica depende, entre otras cosas, de una proporción, de un delicado y complejo equilibrio entre ilusión y realismo. Como si por momentos fuésemos el burro que corre tras una idealizada e inalcanzable zanahoria sujeta a su carruaje, y en otros nos sintiéramos completos y satisfechos con lo que tenemos. León Tolstoi decía que el secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere, sino en querer siempre lo que se hace. Lo cierto es que la psicología clínica detecta riesgos tanto en la ausencia como en el exceso de expectativas. El exceso puede llevar a la insatisfacción crónica, a la adicción al consumo o ser causa de una patología de la vida amorosa que se caracteriza por la promiscuidad compulsiva y la decepción. Esto se debe a que los objetos idealizados no tardan mucho en evidenciar sus limitaciones y a que se instale la decepción.

Pero la falta de ilusión tampoco es buena y de hecho, en los estados depresivos las personas sienten que les faltan motivos para empezar el día pues no tienen nada que esperar.

Por todo esto, aunque sea en su justa medida, la ilusión es necesaria y es deseable que los recortes no dejen a los Reyes Magos en paro, porque la ilusión también es parte del estado de bienestar.

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