Psicólogo en Mallorca

La paradójica ventaja de las fobias

Es difícil no haber conocido, si es que no se ha padecido, a alguien que no tolera los ascensores, los insectos, o ciertas etnias sin que mediara ninguna causa racional, pudiendo llegar a sentir terror. Se trata de personas que sufren lo que conocemos como fobias. Lo que diferencia una fobia de la sensación de miedo ante un peligro real es el carácter irracional y desproporcionado de aquellas.

Las fobias, con distinto grado de seriedad, están presentes en todo tipo de comportamientos evitativos aunque muchas veces las personas no son conscientes de padecerlas gracias a la capacidad de inventarse justificaciones con argumentos aparentemente lógicos pero fundamentalmente engañosos.

La variedad de posibles fobias es sorprendente. Los trastornos de la alimentación que consisten en evitar el consumo de cierta clase de alimentos arbitrariamente elegidos, aunque se disfrace de las más diversas teorías. La angustia a volar en avión, pese a que estadísticamente tenga menos riesgos que circular en un coche, el temor a animales domésticos inofensivos son ejemplos tomados de una lista interminable. Las fobias que afectan el goce sexual de mujeres y hombres causan especial sufrimiento y tienen una fuerte presencia en los motivos de consulta al psicólogo. Entran en esta categoría la mayoría de los bloqueos que afectan la sexualidad femenina en forma de inorgasmia y vaginismo, y la masculina produciendo eyaculación precoz o disfunción eréctil, y en ambos géneros generando pudores y rechazos que empobrecen y rigidifican la sexualidad. Y podríamos seguir con los fracasos de la vida sentimental por intolerancia al compromiso, la angustia a los espacios cerrados o abiertos, popularmente conocidos como claustrofobia o agorafobia, etc. Incluso el pasado domingo este diario publicó un reportaje sobre el tratamiento del vértigo a las alturas, llamado acrofobia.

Por eso las recientes publicaciones sobre los experimentos en laboratorio para tratar las fobias mediante técnicas de electro estimulación selectiva han despertado enormes expectativas. Y no es para menos!

El espectacular avance de la tecnología en sus aplicaciones al funcionamiento cerebral está posibilitando a los neurocientíficos un conocimiento progresivo del mapa de los centros anatómicos y funcionales de las emociones y el pensamiento, a tal punto que el acceso a la voluntad y las emociones por vías independientes a la subjetividad y la conciencia ha entrado ya en fase de experimentación en laboratorio. Varios autores han advertido recientemente de que las aplicaciones militares al control del comportamiento plantea complicadas cuestiones éticas.

Ben Seymour, director del departamento de ingeniería de la Universidad de Cambridge ha publicado investigaciones con una técnica llamada Decoded Neurofeedback que se podría traducir como decodificación de neurorealimentación que combina los últimos recursos para el escaneo de la actividad neurológica con tecnología punta en la aplicación de estímulos eléctricos selectivos para el tratamiento de fobias adquiridas tempranamente.

La promesa de la neurociencia de resolver por medios electrobiológicos temores y bloqueos resulta cuanto menos tentadora, pero lamentablemente la realidad emocional y psicológica es más complicada. El conocimiento actual de la psicología sobre el origen de las fobias demuestra, por sorprendente que resulte que son fruto de un éxito del psiquismo ante una situación conflictiva. Un mal menor. Para ser más precisos, se trataría de un recurso por el cual, ante una situación sin salida, se establece una especie de fusible que desconecta una parte del universo emocional conflictivo asociándolo a un objeto al que se le atribuye un peligro exagerado y al que sí se puede evitar.

De ese modo la persona que padece una fobia logra arrinconar una situación conflictiva que no puede resolver, y de la que no tiene conciencia, pero preserva el resto de su funcionamiento vital.

Es mejor tener una fobia que enloquecer, con el mismo criterio que un cortafuegos en un bosque evita la propagación del incendio a todo el resto.

Entendiendo a una fobia como un síntoma que es posible atacar en su base pero que muchas terapias tratan solo a nivel del síntoma, resulta fácil ver que la simple desactivación de un temor puede hacernos vulnerables a tener que recurrir a otro fusible, con el peligro de que se produzca un colapso de un sistema que, aunque endeble, funcionaba traduciéndose en ansiedad y angustia. De hecho hace muchos años que la llamada psicoterapia conductista, mediante ciertos ejercicios repetitivos y progresivos aplica el mismo criterio que persiguen los actuales experimentos neurobiológicos.

Psicologistas y biologistas, psicoanalistas y conductistas llevan años de discusiones académicas, sobre si se debe tratar el síntoma o sus causas.

“Puedo enseñarle a cualquier persona como conseguir lo que quiere en la vida. El problema es que no puedo encontrar a quien pueda decirme que es lo que quiere”.

Estas palabras de Mark Twain expresan el hecho de que difícilmente pueda encontrarse un bienestar sólido sin descifrar las causas de los propios síntomas.

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