Psicólogo en Mallorca

Ansiedad, la maldición de las excitaciones

Según datos del ministerio de Sanidad, los ansiolíticos son la droga más consumida después del tabaco y el alcohol. Más de un 15% de las mujeres y el 7,6% de los hombres. Incluso otras investigaciones sitúan a España tres puntos por encima de la media europea en el consumo de ansiolíticos (12%) y duplica el consumo de Holanda y Alemania. Aunque no constan aún investigaciones que lo aseguren, la coincidencia entre el incremento del consumo y la crisis económica parece más que probable. Antes de revisar las diversas estrategias para combatir la ansiedad interesa analizar el concepto.

Ansiedad proviene del latín anxietas que significa “angustia” o “aflicción”. Lo sorprendente es que engloba respuestas emocionales que no son negativas en sí mismas, como la excitación, el estado de alerta y la activación de los sistemas cognitivos emocionales y físicos. Sin embargo lo que sí da carácter patológico a este estado es el carácter displacentero y una angustia no asociada a un peligro concreto. Incluso Freud, en su segunda teoría sobre la angustia llamó “angustia señal” a la angustia útil asociada a la huída de un peligro externo. Otra faceta diferencial de los estados de ansiedad es que la excitación que los acompaña no tienen un objeto u objetivo capaz de dar satisfacción y bienestar. El uso común del término ansiedad para la excitación previa a un viaje soñado o la entrega de un coche nuevo no guarda relación con la ansiedad como cuadro clínico. Dado un problema hay una diversidad de formas de enfrentarlo. El recurso de las drogas psicotrópicas, como los ansiolíticos, el alcohol o el tabaco, tienen la eficacia indudable de disminuir los niveles de malestar por medio de una disminución de la excitación que el individuo no logra gestionar. Las filosofías y técnicas basadas en la meditación, el relajamiento y el vaciado de pensamientos y deseos, se orientan hacia el mismo tipo de soluciones. Se trata de la paz. ¡Qué bien suena!

Resulta que la causa de la ansiedad está en la imposibilidad de admitir, gestionar y satisfacer las propias excitaciones vitales pero estas son imprescindibles en la risa, la ilusión, la curiosidad o el amor. Sin embargo cuando son sentidas como una amenaza todas estas soluciones, toda esa paz, no solo suele resultar precaria, sino costosa. Cuando se comprende la compleja ingeniería que un niño tiene que realizar para armonizar sus necesidades e impulsos con las condiciones de la realidad en que crece, las normas, prohibiciones y contradicciones, resulta milagroso que se transforme en un adulto feliz y satisfecho. Lo cierto es que lo común es que la gestión de tantos factores no logre una armonía total. Esos restos, esas fuerzas retornan e insisten, y el sistema vuelve a rechazarlas. Ese es el origen de la ansiedad.

Esa es la razón por la que las corrientes contemporáneas de psicología clínica, llamadas dinámicas no tienen la paz como objetivo primero. Por el contario en lo que podría llamarse una huida hacia delante se orientan hacia las áreas de conflicto en procura del rescate de las excitaciones. No he conocido imagen mejor lograda para metaforizar este tema que la de la obra medieval de Sebastian Brand de 1494 llamada Nave de los locos. En ella se ve una ama de casa adornada con los cascabeles que se ponían a lo locos vaciando el barreño en el que acaba de bañar al niño con él adentro. La traducción literal de la frase en alemán es “el niño con el agua del baño” y que pasó a representar la mejor metáfora de cuando se sacrifica lo bueno al librarse de lo malo.
En este caso se trata de si las excitaciones son consideradas malditas y se tiran con el agua sucia o la mayor bendición de la vida.

Ansiedad, la maldición de las excitaciones
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